Niñas gimnastas que viven entre la pasión, la disciplina y la obsesión por un deporte que exige alta dedicación y rigor. A través de retratos en sus espacios íntimos, esta serie explora la búsqueda del balance entre la entrada a la adolescencia, los cambios corporales, los estudios y la fascinación por la gimnasia. 
Ajena al mundo de las acrobacias, me acerqué a este, deslumbrada por el brillo de sus uniformes, la tirantez de sus peinados y por la belleza de las formas que logran armar con sus cuerpos. Este es un reflejo de mi profunda admiración por la confianza que estas niñas tienen en ellas mismas; en sus movimientos, su fortaleza interna y la valentía con que enfrentan el miedo. El punto en común que encontré entre ambas, es la obsesión. Me atrajo, —y comparto con ellas—, esa obsesión y pasión que surge cuando algo nos gusta… y nos gusta demasiado.  
La búsqueda del equilibrio no es ajena a la tensión. Al retratarlas en sus piezas, estos espacios personales reflejan el contraste de la vida de una niña, con la exigencia y alta organización que requiere la vida de una gimnasta. Por otro lado, pareciera que sus dormitorios les quedan chicos para entrenar y alcanzar el movimiento con libertad, sin embargo, se las ingenian para transformarlos en gimnasios, esquivando los obstáculos propios del espacio. Por último, el contraste presente entre la fuerza física y la delicadeza y la elegancia, propia de este deporte. 
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